Canillita:
“En la excelente novela de
Edwin O’ Connor, titulada The Last Hurrah, que trata sobre los aspectos
negativos de los partidos políticos de Boston, el alcalde Frank Skeffington
intenta instruir a su joven sobrino respecto de las realidades de la maquinaria
política, le dice: <<En nuestro país, la política es el deporte que atrae
más espectadores>>.
En 1966, Ronald Reagan utilizó una metáfora diferente. <<La política>>,
dijo, <<es igual al mundo del espectáculo>>”.
Postman
La voz del atorrante, música de los reos; perfil del
arrabal.
Entre tiros, navajazos y cocó.
Cataros acatarrados, castrati canta tango,
alborotados pelos quietos.
Enarbolan pesares del más allá tras un bandoneón que
entona una pena.
En busca de tu santo grial, la cuenca entre tus piernas que ansió llenar como un mero remanso, un descanso, un oasis, entre desierto y desierto de desconcierto y desesperación;
en un mundo que se cae a
pedazos.
(Y no volvió Alf en forma de tasos, carajo)
Cruzados herejes matan crucigramas en ultramar.
Malabares con malverso mal paridos del maldolor,
forajidos de la estructura; la fuga Vitrubio se murió
en un calabozo.
Antes, esbozó una mueca de resignación,
arqueo una ceja de decepción, susurro una risa de
perfecta perversión.
Se olvidó de la canción, cayó en la sanción.
Feneció en un húmedo mayo.
La solución final al estilo del Plata,
bombardeos de cuerpos en alpargatas,
cataratas de tripas que sembraron estas ratas.
Esqueletos que duermen con los peces,
en los peces
que vos comes un viernes santo.
Ateo prevenido el uruguayo caramba (¿por qué ya no
suena la bamba?).
Pañuelos negros de resistencia, persistencia por la
verdad,
compromiso por la justicia o al menos ser un ladilla
que no deja de molestar.
No me hables del sueño
háblame del soñante.
No me hables del soñante
háblame del otro martes y qué pasó.
El lujo es vulgaridad dijo y me la chupo, obviamente
esta mina toma cocaína.
Movimiento quieto, imperceptible; locura y
automutilación.
Extinguirse, sensación de calma total, imperecedera
muerte eterna y vasta.
Noche que extraña el calor de cobijas; Gauguin amenazado
con una cuchilla.
No podes parar de masticar pintura,
la pipa te
espera sobre la silla, cenizas y vos en un cuarto
de oscuro amarillo brillante.
Parpadeante, sin voz te quedas, solo y loco estas.
Te comen la oreja todo el día, en las redes, en los
medios, en la vida.
(Taládrate los tímpanos)
Calamidad inexorable,
negros sesos pútridos elucubran sus movimientos en la
mesa chica
sobre el tablero del capital.
Juegan con vos.
¿Será que el verdadero problema social es el marginal?
Apariencia delictiva; falacia, diatriba del poderoso
que nunca cae al pozo,
el pozo que vos arañando tratas de escalar.
Sacar la cabeza bocanada, respirar, y te vuelven a
empujar;
submarino.
Siento que hay algo que va
mal.
Será que el proceso ya ha
comenzado.
Dando vueltas como caracol.
Atravesando el engranaje o del
reloj, o de la máquina.
Como –un- Carlitos, el
garrón te pega a vos,
no a él, no a aquél; el de
allá ¿sacas?
El de allá arriba, ese que
no pisa comisarias.
No voy en ninguna dirección.
Ni en la vida ni en las
palabras
–que estás leyendo, sí te
estoy viendo!!-
Entonces, es cuando caigo
del sillón.
Cargas con alguna decepción.
Me pregunta el monitor.
La máquina del azar borra
uno al día lo vi escrito en una calcomanía.
*(Nazis gonna change my world)















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