Como sangro yo:
Ella, ella es un misterio.
Envuelta en la mágica neblina de terciopelo –negro-.
Velo que no develo ya.
Su piel y su mirada.
Sus ojos ahuyentaban a los deleznables demonios.
Deslizables granujas.
Y luego burbujas de jabón.
Sus manos bellas por antonomasia.
Sus cejas enojadas.
Manos.
Creadoras de hechizos.
Narran en sus líneas: cicatrices, callos de vida.
Inenarrables relatos surrealistas.
De locura y amor.
De la noche y el día.
Benditas palabras de su verba emanan.
No se es profeta en su país.
El cáliz no está aquí.
Ni ahí.
Viví.
Volá.
Baila.
Pensa.
Sentí.
Canta.
Llorá.
Reí.
Ama.
Salvas mis mañanas si te veo en la cama.
Tu resplandeciente rostro de sonrisa clara.
Procrastinar un rato.
Hacer un trato.
Un pacto.
El tacto.
¡Y va tabaco!
¡Y va tabaco!
Prendado a la armonía de sus formas.
Tus formas.
Te deformas.
Te refractas.
Te maltratas.
Me maltratas.
Me entristece que al conocerte me dé cuenta que sos
un ser inerte.
Me entristece más, darme cuenta que al conocerme
soy un ser inerte.
Y solo quisiera saber a quién le pedís que te diga
puta hoy.
Y si en tus días hay sol.
Y si tu corazón vibra hoy.
Languidecer.
Turista o terrorista, ¿cuál eres tú?
¿Turista o terrorista?
Siempre dependerá de qué lado de la valla estás.
Magnánimo ante la duda.
Te mantienes pétrea.
Estoica figura.
Mira por tu ventana, estaré golpeando tu puerta de
atrás.
O escupiendo a algún poeta berreta.
O pateándolo hasta verlo sangrar.
Como sangro yo.

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