La cama:
“Hace
tanto que te espero
Que he perdido la conciencia social
Y ya no encuentro agarradero
Abandonado en esta ausencia global
Desde que no te veo”
Roberto
Iniesta/Extremoduro -El camino de las utopías-
Culos abiertos en cuerpos violentos.
Culos
violentos en cuerpos abiertos.
Abiertos
culos violentados.
Pura
Pulp fiction.
Tiempos
violentos es el sentimiento.
Como
un sudor frío detrás del cuello.
Del
arrebato por un rato de tribulación.
Sudor
en la raya.
Abiertos
los cuerpos huesos expuestos.
Los
jinetes de trajes nunca se vieron venir.
Desnudos
los sesos, cerca del fin.
Ardiendo
los sexos.
Viviendo
excesos.
Violentos
momentos
de sentimientos
muertos.
Ojos
despiertos como bolas de cristal –ven más allá-.
Sangrantes
saques obscenos,
de
veneno y sucesos intensos.
Tu
cianuro.
Intestinos
abiertos en cuerpos sedientos.
Atravesando
los universos infinitos de tus placeres artificiales.
Es
“opio” que te amo –aunque me duelas hasta las muelas-.
Derivo
hacía vos.
Amapola
loca sola del pasado inmediato.
Sin
mediación el arrebato, la intuición, imaginación, alucinación;
ella
era mi canción.
Termino
la armonía,
ceso la melodía, perdí el ritmo,
entonces silencio
(pero de ese que no comunica nada, como un
ruido);
por
eso me mate.
Superficiales
y plásticos,
aparatejos
baratos.
¿A
eso nos condenamos?
Entre
orgasmos y bostezos.
Bostazos
de hoy.
Bostezos
de hoy.
¿A
eso nos condenamos?
Excitante
la muerte de los amantes divagantes.
Entre
fragantes acordes se mecen.
Durante
el orgasmo de vida,
las
cavidades carcomidas,
absorben
energía.
¿A
eso nos condenamos?
La
vida se nos diluye en una gota de ácido.
Bajo
la lengua.
Esperma.
Detrás
de la garganta
-aún
deseo tus orejas-.
Mis
ángulos oscuros,
rincones
tenebrosos
y
obtusos.
Nuestros
fosos
-coso
y coso-.
Te
hundes en mí.
Me
sacas de sí.
Cansan
las alabanzas
y las
danzas amargas,
aletargadas
damas de gaza.
Bailan
seducción asesina.
Me
abrasan,
me
hacen hervir tu mente –cual Hannibal
-.
Eternamente
no siempre es un largo tiempo.
Nos
encontraremos, en el último momento, en el último suspiro.
Nos
sostendremos la mano en el último instante, despidiendo,
inhalando,
entubados, exhalando… y gracias por ayudarme a cruzar el umbral
acompañado.
Y el
tiempo se desvanece entre nuestros dedos.
Piel
de terciopelo con cicatrices de vida.
Y de
muerte.
La
suerte está echada para las almas en llamas.
Fundidos
en estigmas.
En
el orgasmo y la muerte, habito de la cama.
Descansa
el alma vana.
Clama
por la salvación.
En
la cama, en la entrada.
“Cansado ya de despedidas”.


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