Realidad aumentada:
“Se encuentran en la atmosfera porciones de aire que
lo espíritus han dispuesto de modo que reciben rayos reflejados desde
diferentes lugares de la tierra, los envían al espejo que tienen debajo de los
ojos, de manera que inclinando el cristal en diferentes sentidos, se ven
diferentes partes de la superficie de la tierra. Se verán sucesivamente todas
si se ubica sucesivamente el espejo en todas sus posibles posiciones. Puedes
pasear tu mirada sobre las viviendas de los hombres. Yo tome diligentemente ese
espejo maravilloso y en menos de un cuarto de hora pasé revista a toda la
tierra…”
CH. FR. Tiphaigne de la Roche, La Ghiphante, 1760.
Pantallas que
nos ocultan y nos revelan.
Amortiguan la
luz en su composición translucida.
Tan rodeados
de ellas que no las vemos.
Modificándonos
a nosotros y nuestra realidad.
Alterando el
ecosistema de nuestras sensaciones.
Nuestras
emociones titilantes.
Conformándonos.
Deformándonos.
Refractándonos.
En todas
direcciones.
Retazos de
vos.
Sinécdoques
Litotes.
Fetichizados
quedamos.
En todos
lados pantallas.
En todos
lados miramos.
En todos
lados nos miran.
Explotando nuestro narcisismo.
Explotando
nuestro voyeurismo.
Y ¡No!
No es paranoia
mi vida.
Perdido en
ese mar –acecha el Kraken-.
Oculto en esa
nebulosa.
Viendo sin
ver que, ve que no ve y ve que nadie lo ve.
Enfermos por
la imagen de uno mismo corremos a
tientas tras
ella.
Detrás de las
capas de filtros no sé si estás tú, o yo.
Detrás de
todas las apariencias, no sé si te encontrare.
Ciegos de
tanto vernos.
Ciegos de
imágenes aglutinadas en la nada.
La nada que
está en todos lados.
La vacuidad
de la pantalla.
La ubicuidad
de la mirada degradada.
Con su centro
en todos lados y
su límite en
ninguna parte.
Inconmensurable
vacuidad.
Que estalla
en tu rostro en cualquier momento.
Y sin lamento
lo asimilas.
Y sin lamento
lo apercibís.
Las pantallas
que apantallan.
Nos tapan.
Nos
envuelven.
Nos
regurgitan soledades acompañadas.
De la nada.
De la nada.
Pantallas que
estallan.
Estallan en guerras
virtuales.
Guerras
reales.
Virtuales
reales.
Ya no tiene
diferencia.
Ya no hay
diferencia.
Nos envuelve.
Teleguiados a
distancia.
No hay
discrepancia.
En un rapto
de lucidez, lo ves.
Es todo al
revés.
Tu libertad
es la condena brutal.
Tienes la libertad
de lo siempre igual.
Y qué triste
ironía que sea yo quién lo diga.
Escribiendo a
través de pantalla.
Y tú
leyéndolo a través de pantalla.
¡No hay
salida!
¿Lo adivinas?
Atrapados
estamos y nosotros mismos nos entregamos.
Piensa fuera
de la caja te diría, luego piensa de nuevo.
Fuera de la
caja, hay otra caja, y otra caja y otra caja y otra caja.
Como cajitas
chinas, unas dentro de otras.
Tras el
limite otro limite más y así, hasta el fin sin parar.


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