Fragmentos de mí:
Despertar, pajaritos y transito se escuchan.
Corazones pixelados.
Pensamientos hacinados.
El baile de los derrotados.
La chica equivocada para el chico equivocado.
Los olvidados.
Recuerdo un invierno que no hubo frio.
Si me preguntan por la muerte les hablare del sabor de tus labios.
Y mi “poesía” es todo lo que no quiero que sepan de mí.
Tu ausencia sigue siendo una presencia enorme.
Y tu silencio grita en mi mente.
Libido muerto –false-.
Poética del escombro –true-.
De revolcarse en el dolor.
Scroleando sin sentido buscando que buscar,
pasamos aletargados.
Aplastados por la situación.
Signados por la decepción.
Nos volvimos el mismo aire.
Mezclándonos,
partícula contra partícula.
Chocándonos,
nos volvimos densos, nos pusimos intensos.
Nadie perdona el arrebato.
No me gustan los cuerpos baratos
de mentes quemadas por pantallas –si de las otras, las rotas-.
Me gustan las hadas de ideas nocturnas.
De sueños inmensos y palabras rebeldes.
De alucinaciones recurrentes.
Solo me queda besar tus senos,
acariciar tu coseno
y adentrarme en tu tangente.
Como indigente de calor.
Fui Ícaro y me queme.
Caí.
Pase una temporada en el infierno.
Y volví.
Me impregne de la náusea de vivir.
El brillo en tu cara
me recuerda la tristeza del ayer.
Y no está muerto quién pelea pero me canse de pelear.
No nos dan miedo las ruinas porque nacimos en ellas
y les llamamos hogar.
Perturbadoramente calmo el momento del intento.
Mirándome con amor y dolor
mientras limpias el vómito de tus labios, es
otra mañana cualquiera.
Un pajarito con cuerpo de elefante.
La pipa en el pasillo.
Un infante muerto en el corredor.
Vidas de monoblock.

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