Un regalo de Satán:
Dos pequeños cajones de madera.
El niño muerto se parece a mí y
los gallos fueron fusilados al amanecer.
Fenecer sin Sino aparente.
Deprimente/depravado.
Incoherente,
detente…
La esclavitud continúa en tu celular.
La escamosa situación de vivir siendo
víboras en la cama.
La piel de la existencia se rasga,
jirones de ti.
La angustiante situación de vivir.
Mocos sangrientos al amanecer,
las fosas tapadas desbordan los oídos.
Tu vello púbico mis latidos, látigos y alaridos.
El sollozo ahogado entre gritos de revolución.
Entre gritos de revolución,
una obvia alucinación, me respondía el terapeuta.
Himnos de depravación, la desesperación.
Una sátira macabra,
anida en el círculo exterior.
La invasión de las mentes causa sensación.
Usurpadores de cuerpos everywhere.
Sensación demente comprensión.
Alimentándonos de monstruos.
Electroshock de verdades nos golpean.
Alteradas conciencias.
Cabeza abajo, la gotera no para de gotear sobre la frente enferma.
Pesa el saber de desconocer.
Ciencias ocultas.
Delicias contaminadas.
Corriendo tras la ausencia de lo que no conocemos.
Nacemos para morir, destino funesto.
En medio, melancolía de existir.
Ratos esperando el bondi.
Ratos, flagelándonos, atravesando nuestras pieles con
filos.
Si tu madre te hubiera visto antes reír,
no se hubiera suicidado ante tu existencia
de esencia
pútrida.
A ciencia cierta no refuto nada.
Alabada la baba derramada.
Las venas picadas.
La llaga.
La verdad, un regalo de satán.
El ritmo de los monoblocks
siempre hace temblar al diablo blanco.


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